jueves, 9 de octubre de 2014

Moscas en la bañera




Niña, no te duches, no te laves entera, no hace falta, acércate aquí
lávate la cara

Me miro en el espejo. Tengo sangre en el ojo izquierdo. Un punto rojo debajo del iris. Un hilillo de sangre sale de él. Me asusto. 

Soy mucho más arrogante que eso. Cierro la puerta del baño y me meto en la bañera. Pronto me doy cuenta de que he pisado algo. Hay un montón de moscas en el suelo de la bañera. Se resbalan, no pueden salir, pero tampoco hacen por volar. 

No hacen por volar estas moscas que llenan la bañera. Me tengo que lavar. Es mi única obsesión y no entiendo por qué mi abuela le ha quitado importancia. 

Justifico lo que voy a hacer. Son ellas o yo. Alguien tiene que hacer algo. Si no lo hago yo, será quien venga después. Así que tapo el sumidero y echo el agua. 

Van a morir todas ahogadas, aunque podría evitarlo, como he hecho muchas veces en la piscina. Podría coger las moscas mojadas con mis manos y lanzarlas por la ventana. Podría pasar algo por encima para recogerlas. Recojo una sábana negra para ello.

Pero cuando tengo la sábana negra en mis manos y me dispongo a recoger las moscas, cambio de opinión. Me justifico con teorías que he escuchado por ahí sobre los insectos. Que si son muchos, que si no sienten. No recuerdo muy bien todo lo que pasa por mi cabeza, pero sí recuerdo que muchas de ellas las he leído en perfiles de Facebook. 

Lo que hago es cubrir el agua con la sábana. Quitó el tapón. El agua baja, y todas las moscas quedan recogidas en un montón taponando el sumidero. Recojo ese montón con la sábana y hago una bola. La sábana está muy mojada y pesa mucho. 

Abro la ventana del baño. Debajo, en el patio, está mi abuela, y un poco más alejados, otros miembros de mi familia. Lanzo la sábana. Estoy enfadada porque la bañera estaba llena de moscas.

Mi abuela insiste. Dice que soy muy cabezona con esta obsesión mía por ducharme. Y admite que sí, que últimamente entran muchas moscas voladoras en casa. Será por el calor. Moscas voladoras. Me hace gracia que recalque que son voladoras, cuando todas las moscas lo son y estas en concreto no han hecho por volar. 

Lanzo la sábana.

Al caer, con el impacto se abre y botan algunas de las moscas. Da la falsa sensación de que han salido volando. 

Esa falsa sensación de verlas vivas, me hace sentir bien por un momento. Vuelvo a justificar lo que he hecho. 

Me vuelvo a mirar en el espejo. Ya no tengo sangre.




2 comentarios:

  1. ¿Y si nunca hubiese habido moscas?

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  2. ¡WOW!

    Pureza, moscas que no vuelan, sangre en los ojos... surrealismo en estado puro.
    Me ha encantado.

    Un abrazo!

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