domingo, 17 de febrero de 2013

Todos nos conocemos y no.

"(…)eso a él le daba un poco de lástima, así como le daban lástima los que no saben lo que se siente al ver una gran ciudad por primera vez porque han crecido en ella”
La transmigración de los cuerpos, de Yuri Herrera





¡Eres tú... en toda tu fosfatina!

Logroño me seca, le digo a Patty de Frutos. Voy a Madrid, encuentro a cuarenta personas de golpe que escriben, actúan, fotografían, cantan, pintan, crean y me fascino. Pero estoy sola. Me tengo que ir, salir corriendo. Porque, aunque haya venido hasta aquí, la única verdad es que solo me esperan en Logroño. Es lo malo del Facebook. Bajar a la realidad, salir del Matrix: que no nos conocemos. Que estoy en la tercera fila y estoy sola porque aquí no me conoce nadie. Cuando salgo del metro en Legazpi son apenas las cinco de la tarde y hace un sol naranja triste y suave, muy de ciudades grandes, muy de hola estoy aquí, ¿me echabas de menos? ¿alguna vez piensas en mí? y me doy un paseo un poco tonto para hacer tiempo, como si me sobrara. Me lo doy porque hace sol y porque estoy sola y porque quiero ser parte de esta ciudad o de cualquier sitio. Digo, bendita inocencia, he conseguido llegar aquí, -qué tontería, solo es Madrid, hasta un niño sabe moverse por el metro sin perderse- sin necesidad de nadie, sin necesidad de que nadie me espere, -qué tontería, nacemos solos y moriremos solos, mi amor- y eso solo puede significar -aquí lance usted una sentencia- que podría ser de cualquier lugar. 

Llevo:
Un abrigo cyan y un bolso rojo. Por dentro voy de luto. Botas de tacón. Pero qué calor es éste, Adriana, cómo no lo previniste. ¿Por qué te hablas? ¿Estás zumbada?

Me hace gracia decir que voy al Matadero. Pensar que lo digo: Hola, voy al matadero. 


Punto 1. 

Entro al auditorium de la Casa del Lector y no veo a nadie conocido. Voy como a pasitos hacia adelante y oigo una voz en off que viene de las alturas. Son Patty de Frutos y Javier Jimeno Maté desde la cabina de mandos. Nos saludamos con la mano. Dice Javier: ¡Eres la primera! Y, cuando bajan, Patty me dice ¡Eres tú... en toda tu fosfatina! Nos damos un abrazo para constatar que somos personas reales. Me da un poco de vergüenza porque entre el bus, el metro y su puta madre, debo oler a chotuno. 

Patty me dice de tomar un café y ahora nos vamos. Me quedo esperando como una florecilla. Soy muy de paralizarme. A dónde voy. De dónde vengo. Aquí están los libros. Mira, abro. Me cuesta abrir porque la timidez me agarrota entera. Y no hay nada que hacer. Bonita, me dice una señora muy elegante, ¿nos dejas ver el libro? Claro. Me gustan las señoras mayores elegantes. No sé quién es pero igual hasta la tengo en FB. ¿Cómo sería Awixumayita fuera de FB? Si fuera una persona real, me refiero, porque obviamente ella no soy yo

Off Topic: Capítulo 1 de la segunda temporada de Black Mirror. Volveré sobre el tema. 

El café se convierte en una caña en el momento en que viene el camarero y pregunta qué. Terraza bajo el sol melancolía de Madrid o del tú nunca vivirás aquí ni serás lo que quieras y morirás sola dentro de poco, cuando termine el mundo, y lo más triste es que morirá para todos, de modo que no quedará nadie para recordarte. Patty de Frutos, Sheila Blanco, Joe Eceiza, la hija de Javier (África) y yo. Parezco tan adolescente como África porque no hablo nada. Hola, soy un setorro, un cactus, una cuchara y un cucharón.

Cuando volvemos al auditorium, Paz Hernández Páramo está en la puerta, como una anfitriona improvisada, una azafata de eventos, o la verdadera estrella de la tarde. Todos quieren ver a Paz. Pelirroja de verde, dice Patty, aprobando con nota el conjunto. Paz es de esas pocas chicas a las que SÍ les queda bien el rojo en los labios, incluso sin perfilar. 



Paz es la estrella. Paz pone la belleza y la sentencia: Todos los días han sido hoy hasta ahora. Su biografía en el libro lo dice: poeta y modelo. A la poeta la veremos después, de momento vemos a la modelo ilustrando la música de Sheila Blanco. Vídeo en millones de lucecitas de LED y Sheila y Joe en directo.







Así a grandes rasgos:

El auditorium está a reventar. La mayoría de los poetas que aparecen en el libro y que han venido están en primera fila, pero como yo soy muy de marginarme (aka política de aislamiento de la tímida sobria) me sitúo en el extremo izquierdo de la tercera fila del lado izquierdo. Muy al borde.

Detrás de mí está, sorpresa, República del Arte, que me da ánimos por si voy a leer. 

Mirad, os digo. No voy a hablar del evento en sí porque lo vais a poder ver íntegro al final de esta entrada. Dicho esto.

Punto 2.

Cuando Bolo nos llama a leer yo estoy un poco perdida. Primero porque soy la primera de la lista y segundo porque, eso, que no sé por dónde me da el aire. La sensación que tengo todo el rato, de todas formas, es que el acto se aleja bastante del espíritu del libro. Se habla de la noche, de los bares, de los poetas de bar, de la bohemia. Pero Bolo no parece Bolo cuando habla. Suena todo muy artificial. Salir al escenario así, todos en fila y poniéndonos en hilera frente al público me recuerda a aquella vez que desfilé para una gala de Salerm Cosmetics. Me fascina la pantalla y los puntitos de luz. Los toco un poquito. Leo Dancing Barefoot. Lo he decidido en el autobús, al pasar por la zona de Soria (creo) y cegarme con la nieve mientras en mi MP4 sonaba Apple Carts de Damon Albarn. 

Momento Inditex:
Mono negro de Zara. Temporada 2005/06.
Panties tupidos negros Calzedonia.
Botas baratas chungas de D'Angela.

Cuando se acaba el show y se encienden las luces. Cuando la gente empieza a irse y se hace la foto de familia. Inmediatamente después. Enrique (Rey) y Cristian (Piné) me saludan, y es guay, pero voy a estar sola en tres, dos, uno. Cuando ellos se van me acerco a Patty y me dice lo que ya comenté antes. Así es FB. Todos nos conocemos y no. Cuando llegamos al bar de Matadero al que vamos, y vamos tomando posiciones, vuelvo a quedarme sola con todo el mundo. Entre beber alcohol y achisparme y beber una Coca Cola para espabilarme, me decido por la Coca Cola. Conozco a David González y a David Blanco, del blog de creación y pensamiento poético Verde Luna. Me hablan mucho de poesía, de Madrid, del Libertad 8 y ojean mi ejemplar de Engaño Progresivo (ese libro rojo dentro del bolso rojo, todo muy compacto y muy pequeño), y dicen que hay talento, y muchas cosas, y yo hoy no estoy muy de hablar, no muy de hablar nunca, pero hoy tampoco. Me abruma Madrid y el modo en que Logroño se ve desde fuera, tan pequeño. Allí no vas a hacer nada. El movimiento está en Madrid. Lo digo yo. Que Logroño me seca, que si no fuera por Javier, qué. y bla bla bla bla. 

Pero eh.

Miro el libro. Lo ojeo. Lo leo. Cada autor. Cada biografía. Yo no soy nadie porque no estoy en Madrid. Pero ¿se es alguien fuera de Madrid cuando se está en Madrid? ¿todo está en Madrid o es que desde Madrid no alcanza la vista al resto de ciudades?

Bah. 

Salgo a respirar y vuelvo a atacar a Patty de Frutos. No sé muy bien por qué, pero la he pillado como un salvavidas. Con el resto no me atrevo a hablar. Yo creo que se debe todo un poco a un sueño que tuve unos días antes de ir. En el sueño me acogía el Cable Azul en su casa. La casa del Cable Azul era un chalet súper grande con piscina. En la piscina estaban Paz, Nares Montero, y, bueno, yo qué sé, muchas chicas, todas muy guapas tomando el sol. La casa era baja. Quiero decir, sin pisos, solo un bajo, y todo muy bajo y muy blanco. Muebles bajos. No sé. Así de ese palo. Muy pin y pon. Y tú qué haces aquí que no te ha invitado nadie, aunque te hayamos invitado. No sé, muy mal rollo. Supongo que era mi neura y la somaticé. Fin de la autoterapia. 

Dica F. Alexandru dibuja una teta en la forma que hace mi poema. Esto es lo que veo en tu poema, ¿lo ves? Y es verdad, para qué mentir. 

Punto 3.

Patty me propone ir a cenar juntas cerca de su casa antes de irme a la estación, porque aún me queda rato. Patty es un ángel de la guarda, de verdad. Está muy viva y me equilibra. Somos muy adolescentes tú yo, me parece a mí, ¿no? Es lo que pensé antes, en la terraza. Javier me llama y me despido con un te quiero. Patty me dice Justo lo he escrito yo, lo hemos dicho a la vez. Aprecio las coincidencias y que ella las aprecie también. Al salir del metro me doy cuenta de que no he comido en todo el día. Nada. Llevo todo el día con una caña y una Coca Cola. Y comemos kebab mientras hablamos de subconscientes y huidas -ella se va a Toronto y yo quiero irme a cualquier parte-, y nuestras uñas mal pintadas se llenan de salsa de kebab  y qué desastre, dos señoritas, (jaja), todo lleno de servilletas, y el falafel que se escapa por todas partes. Estás en el camino, me dice Patty, pero no sé hacia dónde voy.

Nos despedimos en la boca del metro hasta la próxima, pero todo parece indicar que se trata de una despedida definitiva porque Canadá quedará muy lejos. 

Cojo el metro. Son solo las doce de la noche, pero bajo tierra ya parece muy entrada la madrugada. La estación de Avenida América también está desierta. 

Y el camino de vuelta también es un desierto
un desierto frío, y se intuye la nieve a pesar del oscuro y las luces de la ciudad son constelaciones en la tierra. Así de idiota me pongo viajando en duermevela. 

En el MP4 suena Brendan Benson y termino de leer Peaje de Julio de la Rosa justo cuando paramos en Barajas. Un mensaje de Javier. Te espero en la estación. Es San Valentín, qué tontería, y un meteorito está a punto de rozarnos. Benson dice no one else but you y pienso que lo mejor de volver a Logroño en un Alsa de madrugada es saber que Javier estará esperándome en la estación. Que solo por él merece la pena vivir aquí. 












Postales al viento. Javier Jimeno Maté 
Publixed, 2013.
ISBN: 978-84-940987-1-0

6 comentarios:

  1. Me ha encantado! Como siempre, es como estar ahí.

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  2. Me gustaría ir para allá y darte un abrazote, romper esta cosa hermética y extraña que es Fb y demostrarte que no estás sola, que has conectado de verdad... eso es lo importante.

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  3. No sé cómo serán las fotografías, pero los poemas de muchos de ellos es como para salir corriendo...

    Tú, sigue, Adri, sigue escribiendo y escápate cuando puedas, aunque estés sola por las calles de Madrid. Mejor estar sola que sentir una falsa sensación de compañía en Facebook con gente que no dará un duro por ti.

    Muchos besos,
    Sara

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  4. Me recuerdas mucho a mí en según qué entornos/temporadas. Ya sé que no es la primera vez que te lo digo (ni será la última) pero... ¡a ver si coincidimos por Madrid alguna vez! (Soy Ara, por cierto).
    Y no, no creo que uno triunfe por irse de Logroño a Madrid; internet es más práctico que un alquiler en Lavapies a la hora de llegar al resto del país. Pero moverse con gente del mundillo a puñados y acudir a eventos a tutiplén siempre ayuda.

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  5. Me he sentido muy identificada con esta entrada, Adri. Soy de Madrid, estoy en Madrid, me muevo por Madrid y sus estúpidos círculos con-égo-centricos y muchas, muchísimas veces, me siento igual que tú describes aquí en lo que se refiere a la soledad. En cuanto a la creación-proyección, personalmente creo que tú has conseguido mucho más desde donde quiera que estuvieses que el noventaynueve por ciento de maNdrileños desde su súper-centro-de-operaciones.
    Abrazos.

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