miércoles, 27 de octubre de 2010

Qué chic se pone Valladolid durante la Seminci

Qué chic se pone Valladolid durante la Seminci. La librería religiosa que hay frente al teatro Calderón saca a relucir en su escaparate una colección de dvd’s sobre los valores en el cine. Unos labios marcan besos por toda la ciudad. En el Libertad 3 ponen “desayunos de cine”. Durante una semana Valladolid deja de ser tan rancia. Pero sólo en apariencia.

Este año es el primero que vivo la Seminci. Otros años, ya fuera por cursos, trabajo, etc. no tuve ocasión de ver más que una o dos películas. Este año, más libre y con dinero, decidí asegurarme y pillar un abono. Algo que me ha servido para no repetirlo el próximo año. Por dos razones: En Familie y Shlichuto shel hememune al... Dos ñoñeces como dos témpanos. Perdón, como dos templos. Como témpano la del shilicute, tanto por el contexto en que se desarrolla como lo que transmite: nada. Cómo transportar un cadáver a su ciudad. Road movie con ataúd. Intentos de comedia que no hacen gracia. Intentos de drama que no dicen nada. En definitiva, algo muy cercano a ser una puta mierda. Pero la gran sorpresa llega al comenzar los créditos. Aplausos y más aplausos, y al llegar a la urna donde el público deposita su voto: cincos. La puntuación más alta. ¿Quién puede darle la votación más alta a una película con menos gracia que un telefilme cuando lo que hay que hacer es preguntarse cómo cojones llega una película tan sumamente mala a un festival de cine?

El día anterior por la tarde vi Copie Conforme, -fuera del abono-, de Abbas Kiarostami y protagonizada por Juliette Binoche y William Shimell. Me dejó como me tiene que dejar una película. Las interpretaciones son cojonudas. Lo corrobora premio a mejor actriz que recibió Binoche en Cannes. Pero no sólo eso. Me gusta cuando el cine es cine. Cuando el director se toma la libertad de jugar con las opciones que brinda el cine. No me importa que una historia tenga principio ni final. Ni mucho menos que tenga un final “lógico”. Me paso las explicaciones y los “análisis” por ahí. Kiarostami juega con la idea de las copias y los originales. Empieza hablando de arte y continúa por la vida de sus protagonistas, por las vidas que tienen y podrían haber tenido. Todo a través de una broma. Una simple broma que termina convirtiéndose en toda una reflexión sobre las relaciones, el amor tal – y – como – es. Sin florituras, sin sentimentalismo barato. Habla de la caducidad y la transformación. Coño. Habla y dice las cosas como lo son. Total, que me pareció geni­al. Pero apenas cuatro aplausos y multitud de gente que se va como si quisiera huir del cine. Al salir, una caña en un bar cercano. Cerca de mí dos hombres mantienen una conversación. Se sienten indignados con lo que acaban de ver. No dejan de repetir que no lo han entendido, que no tiene lógica alguna. Y yo me pregunto ¿qué coño hay que entender?

Por la noche, dentro del abono, En Familie. Una auténtica violación emocional. Desde el principio. Una auténtica violación. Utilizando recursos tan faciles como el aborto, el cáncer, las decisiones, momentos parejita de “no me tienes en cuenta”, y bla bla bla. Me pasé llorando toda la puta película. Pero cómo no llorar. Quién no ha vivido en su familia un cáncer. Todo el proceso que eso conlleva desde que recibimos la noticia hasta la muerte. En Familie es una violación. Me sentí completamente violada. Cuando parece que van a salir a flote, se vuelven a hundir. Como en cualquier dramón de Antena 3. Primeros planos de los hijos pequeños sufriendo. El perro al lado del enfermo. Y el colofón final: momento postal del portal de Belén mientras el enfermo muere con toda la familia alrededor. Y yo llorando. Pero no por la puta película. Llorando por la parte que me toca. El cáncer de mi abuela, el año que mi tía pasó sin recordar absolutamente nada tras un tumor cerebral y hasta su muerte. La espera y las limitaciones que conlleva tener a un familiar así. Todos hemos pasado por baches así de duros. Para mí no tiene ningún mérito una película que recurre a temas de ese tipo para conmover al público. Al final, el tema principal de la película, que me parece que es la dificultad de debatirse entre las opciones más importantes en la vida, queda subordinado al drama facilón. Como me dijo Óscar al terminar la peli: un telefilme con bonita fotografía.
Pero la gente aplaude emocionada y se va contenta a casa. Qué envidia. Yo me voy con unos lagrimones del quince, violada y estafada.

Al llegar anoche a casa le comento a Jesús que necesito ver una película que me devuelva la fe en el cine. Él me comenta que una amiga suya ha ido a ver Picco y que le ha dejado destrozada. Que es muy dura. Que mucha gente se salió antes de que terminara.

-         Eso es lo que necesito.

Veo en el programa que la proyectan al día siguiente a las 9,30 en los Roxy. A esa hora tengo Historia de la Filosofía Moderna. Pero hablamos de salvar una relación. Por el bien de los dos, he de hacer lo posible por recuperar el amor. Así que sacrifico a Descartes y madrugo, sí, pero por Philip Koch. Algo me dice que él sera´ capaz de reconciliarme con el séptimo arte.




“Es una encarnación de nuestro fracaso como seres humanos: un fracaso que somos incapces de aceptar. El objetivo de Picco es mostrar a la gente sin reservas ese mundo cuya existencia nos empeñamos en negar”
 
Philip Koch, director de Picco.

Devastadora.  Simplemente.

Le escribo un mensaje a Jesús mientras tomamos un desayuno de cine, tardío, pero de cine, en el Libertad 3:

“Picco buenísima. Bue-ní-si-ma

Aunque no lo suscriban los cuatro aplausos que se han escuchado entre los que nos hemos quedado a verla entera.


Yo estoy contenta. Ha triunfado el amor. 

domingo, 24 de octubre de 2010

Prosía, medias y leggins estampados y una postal desde Italia. O cómo hacer de la poesía un mundo en el Messenger. O en el facebook o en el gTalk.

Recupero una cosilla que escribí en marzo.



No me considero poet(is)a. Nunca lo he hecho y tampoco he sido nunca capaz de escribir un soneto. Un soneto bueno. Contar sílabas y rimar palabras sabemos todos. Pero si hay algo que me jode más que que (cococó) me llamen poeta es que me digan que no lo soy.
Me conecto al Messenger una noche, o una tarde, o una mañana, hace días, quiza´ más, y A. me pasa una web cuyo título reza “Auténtica Poesía”. Como soy una persona fácilmente irritable, me lo tomo como que si me estuviera diciendo indirectamente que lo que yo escribo no es poesía. ¿Quiénes son estos rancios? Pregunto. No sé si serán unos rancios, responde él, pero tienen razón.
No habría necesidad de poner el apellido de auténtica a la palabra poesía si no fuera porque cada día más, la prosa poética está adoptando su nombre de forma fraudulenta.

Oh Dios mío, ¡maldita sea esa mala perra! Nos está arrastrando hacia una crisis aterradora e inevitable. No, prosa poética, aléjate de estas rimas. Vete con tu verso libre al infierno de la narrativa y deja de mancillar impunemente a la pura poesía.
Mientras tanto, R., que me sobrevalora, me pide consejo. Dice que sus textos no enganchan. No creo que eso sea cierto. Al menos yo disfruto mucho con sus escritos. Pero bueno, le digo, yo qué sé, que pase de comerse tanto el tarro y saque su mala leche.
Pero entonces se mete por banda, por otra ventana, el tercero en discordia y me pregunta si no va siendo hora ya de alejarme del realismo sucio. Que David González y Vicente Muñoz Álvarez NO son el ejemplo a seguir.
Vuelvo a R, que ahora se está rallando. ¿Crees que soy muy ñoña? ¿Aburro? Que no que no, no me hagas caso. Nada de mala leche. Yo no soy nadie para dar consejos, R.
A. sigue a lo suyo. Considera que la poesía es, como dice el subtitulo de la web que me ha pasado “el verso con rima y medida”.
Un cuarto. Le comento que tengo pensado presentarme a un concurso de poesía, pero claro, lo mío no es poesía, porque no sigo ni rima ni medida ni pollas. Él me dice que me quite de etiquetas y presente poemas en prosa.
A me dice: “si no digo que lo tuyo sea malo, sólo digo que no es poesía”.
Al tercero le pregunto si soy demasiado hardcore. Él me dice que no le malinterprete, que a él le gusta lo fuerte, pero que lo que (quiquiquí) fallan son las formas.


R. me dice que se ha leído Inné y que se muere de envidia por cómo transmito. Bueno, pero ni siquiera es poesía, y la forma… 

lunes, 18 de octubre de 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

Revista Narrativas nº 19

Revista Narrativas nº19                                                                                                                            

sábado, 9 de octubre de 2010

Oh, mi adorado Ignacio o Don Gato (des) enamorado.



La Gata Loca recibe cordialmente en toda su cara un pedazo de ladrillo. Y unas fresas con nata. Te deseo lo mejor, le dice. Y ríe con sorna. Qué cabrón. El señor Don Gato baja del tejado de su casa en ruinas. El adorado Ignacio ha pasado bastante tiempo arrancando los ladrillos. Qué triangulo amoroso tan loco. Pobre, pobre, pobre Don Gato – enamorado – descifra la hora tras un cristal roto. El último delirio de Gata Loca es un chichón, del que brotan corazones con la insignia “je t’aime, mon amour”, firmada por un ratón. Hay reservada sin invitación una mesa en el restaurante de moda. Don Gato espera. La próxima vez, piensa, seré yo quien lance la primera piedra. 





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